Mientras el gobierno insiste en promesas de un sistema de salud “como el de Dinamarca”, la realidad es que hoy estamos peor que antes de la pandemia. Expertos advierten que la falta de inversión y una estrategia deficiente han llevado a un deterioro alarmante en la atención médica, afectando a millones de mexicanos, especialmente en estados con alta marginación como Oaxaca.
El recorte del 34.3% en el gasto público en salud en el inicio del año es una muestra clara del abandono del sector. Menos recursos significan hospitales sin medicamentos, personal insuficiente y una infraestructura que se cae a pedazos. En Oaxaca, donde históricamente ha habido rezagos en salud, esto se traduce en clínicas sin insumos y pacientes obligados a trasladarse largas distancias para recibir atención.
Ejemplo de esta crisis son el Hospital Civil “Dr. Aurelio Valdivieso” y el Hospital de Especialidades en Oaxaca, donde la falta de medicamentos y equipo ha puesto en riesgo la vida de cientos de pacientes. Los médicos y enfermeras trabajan en condiciones precarias, mientras las familias deben comprar desde jeringas hasta medicamentos que deberían ser gratuitos. Este abandono pone en evidencia la falta de compromiso del gobierno con la salud de los oaxaqueños.
Es inaceptable que, mientras el gobierno presume programas sociales, la salud quede en segundo plano. No hay bienestar posible sin acceso digno a hospitales y médicos capacitados. La salud no puede ser un lujo ni un privilegio, debe ser un derecho garantizado con hechos, no con discursos vacíos.
Por eso en el PRI, hacemos uso de nuestra voz para exigir mayor presupuesto y estrategias serias que rescaten el sistema de salud. México y sobre todo Oaxaca necesita inversión, transparencia y voluntad política para que ningún ciudadano tenga que elegir entre su bolsillo y su vida.